The promise of variety and individual expression through standardization in mass housing in the early 20th century produced anonymity instead, and thus cast doubt about the progressive ideals of the Modern Movement. The 105–unit apartment building is part of Arata Isozaki’s master plan for Kitagata in Gifu Prefecture, a government subsidized housing project in regional Japan. The design asserts that the economic constraints imposed by standardization need not lead to the erasure of the individual dwelling. The reptilian building is made up of fifteen interconnected vertical stacks, seven units high. Each stack interlocks with the next, wedging an increment of 1.5° at the joint. The accumulation of this slight angle along the building’s length results in a shallow curve, convex to the street and concave to the open common space to the south. In plan, each unit slips out of alignment by one meter, thus freeing each individual front door to be entered head on while also disrupting the monotony the single–loaded corridor. The circulation system of shallow ramps strings together all the units, each stepping 8 inches above the other. The lowest unit at the west end of the building and the highest at the east are offset by one full floor. The building appears to tip up from grade. Diaphanous overlapping scales of perforated metal screening make up the fixed north and operable south facades.

La promesa de variedad y expresión individual a través de la estandarización en la vivienda masiva a principios del siglo XX produjo en cambio el anonimato, arrojando dudas sobre los ideales progresistas del Movimiento Moderno. El edificio de apartamentos de 105 unidades es parte del plan maestro de Arata Isozaki para Kitagata en la prefectura de Gifu, un proyecto de vivienda subsidiado por el gobierno en la región de Japón. Este proyecto confirma que las limitaciones económicas impuestas por la estandarización no tienen por qué desencadenar en la desaparición de la individualidad de la vivienda. El edificio reptiliano se compone de quince elementos verticales, cada uno de ellas de siete niveles de altura, interconectados, de siete unidades de altura. Cada elemento se entrelaza con la siguiente, encajando un incremento de 1,5° en la unión. La acumulación de este ligero ángulo a lo largo del edificio da como resultado una sutil curva, convexa hacia la calle y cóncava hacia el espacio común que da al sur. En planta, cada unidad se desalinea un metro, liberando así la puerta de entrada en el frente, y al mismo tiempo alterar la monotonia del pasillo de acceso. El sistema de circulación de rampas poco profundas une todas las unidades, cada una de ellas 8 pulgadas por encima de la otra. La unidad más baja en el extremo oeste del edificio y la más alta en el este están compensadas por un piso completo. De esta forma, el edificio parece inclinarse. Escalas diáfanas superpuestas de pantallas metálicas perforadas conforman las fachadas norte fija y sur operable.

Images and text via Diller Scofidio + Renfro