The evangelical church with community hall and youth room was built with the most modest means on a particularly small plot of land (20X24m) in the midst of factories, orchards and communal dwellings. The individual rooms are grouped around an atrium that is enclosed, clockwise, by the church, the community hall, the nurses’ residence and the youth room and, parallel to the street, by a covered passageway. Thus, the church is entered through a small landscaped courtyard, which also serves as a secure area for the congregation to gather. The upper room of the church is completely enclosed at the top, only the ceiling is illuminated by the glazed beam area, while at the bottom it communicates with all the interior and exterior spaces of the complex. The compact and introverted space is thus supported by a living and relational area. Through the altar you can see the small garden, the front right side opens to the community hall and the rear to the atrium. The interior openness naturally entails total closure to the exterior, more or less forced by the urban situation. The walls are mostly whitewashed brick walls, stiffened in the church area by a reinforced concrete skeleton. The ceiling beams, the decking and all the interior furnishings are made of natural fir wood. The architect’s aim was neither “material representation” nor a “sacrally accentuated outward character,” but “the creation of a simple house, like a protective and cultivated shell, but in its material substance very restrained and withdrawn for sacral processes.”

La iglesia evangélica con salón comunitario y sala para jóvenes se construyó con los medios más modestos en una parcela especialmente pequeña (20X24m) en medio de fábricas, huertos y viviendas comunales. Las habitaciones individuales se agrupan en torno a un atrio que está cerrado, en el sentido de las agujas del reloj, por la iglesia, el salón comunitario, la residencia de enfermeras y la sala de la juventud y, en paralelo a la calle, por un pasillo cubierto. Así, se entra en la iglesia a través de un pequeño patio ajardinado, que sirve de zona segura también para que se reúna la congregación. La sala alta de la iglesia está completamente cerrada en la parte superior, sólo el techo está iluminado por la zona de vigas acristaladas, mientras que en la parte inferior se comunica con todos los espacios interiores y exteriores del complejo. El espacio compacto e introvertido se apoya así en una zona viva y relacional. A través del altar se puede ver el pequeño jardín, la parte delantera derecha se abre al salón comunitario y la trasera al atrio. La apertura interior conlleva naturalmente el cierre total al exterior, más o menos forzado por la situación urbana. Los muros son en su mayoría paredes de ladrillo encalado, rigidizadas en la zona de la iglesia por un esqueleto de hormigón armado. Las vigas del techo, el entablado y todo el mobiliario interior son de madera de abeto natural. El objetivo del arquitecto no era ni la “representación material” ni un “carácter sacralmente acentuado hacia el exterior”, sino “la creación de una casa sencilla, como una cáscara protectora y cultivada, pero en su sustancia material muy contenida y retraída para los procesos sacrales”.

VIA:

Bauen und Wohnen, n°19. 1965