Placed on the city’s southern hills, Altolar opens itself to the views of the valley of Caracas. The complex, of approximately forty-five apartment units, expresses with its three circulation levels and five floors horizontally disposed an experience never before released in Contemporary Venezuelan Architecture. Its longitudinal sitting is set on a cured lot, parallel to the inclined topography.

Sembrado  en las colinas del sur de la ciudad, este edificio se abre a las vistas del valle de Caracas. Este conjunto, de aproximadamente cuarenta y cinco apartamentos, expresa a lo largo de de sus tres niveles de circulación y sus cinco plantas dispuestas horizontalmente una experiencia inédita en la Arquitectura Contemporánea Venezolana. Su implantación, dispuesta longitudinalmente a lo largo de un lote sinuoso, es paralela a la inclinada topografía.

The  solution is based on a vast preexisting contention wall. This constitutes the stone basement and the formal guideline of the architectural conception: a walled volumetry that, when being horizontally arranged in the manner of train wagons, follows the topographical configuration and wraps around the internal space, silent and tropical.

La solución se fundamenta en el respeto a un extenso muro de contención preexistente. El mismo constituye el basamento de piedra y la determinante formal de la concepción arquitectónica: una volumetría amurallada que, al disponerse horizontalmente a la manera de los vagones de un tren, sigue las ondulaciones de la topografía y envuelve su espacio interno, silencioso y tropicalizaado.

Architecture is disposed here as a frontier that bounds the city’s space, keeping the building’s theme inside its inner precinct: the suspended circulation corridors as aerial bridges. Altolar’s realm retakes the idea of a shadowy patio, framed in the dark with a skin that protects the architectural mass. The feeling of emptiness, inverted weight and tropicality, is punctuated with the superimposition o fthe deep corridors. Structured tight together with its clear porticoes, “the building’s curve could easily continue until entirely run along the cordillera de la Costa (as Le Corbusier dreamed in the  Obus Plan for Argel or for Rio de Janeiro.)”

La arquitectura se presenta aquí como la frontera que limita el espacio de la ciudad, resguardando en su recinto interno el tema del edificio: los corredores de circulación suspendidos a la manera de puentes aéreos. El espacio interno de Altolar retoma la idea del patio de sombra a través de una envoltura en penumbra concebida como una ppiel que resguarda la masa arquitectónica. La sensación de vacío, peso invertido y tropicalidad, se acentúa con la superposición de estos profundos corredores. Amarrada estructuralmente por medio de claros pórticos, “la curva del edificio bien podría continuar hasta surcar por  completo la Cordillera de la Costa ()como soñaba Le Corbusier en el Plan Obus para Argel o para Río de Janeiro.

In Altolar, the skin does not act only as a transitional element,  but is the protagonist of Architecture, valorizing the void. This void is a form of complex order that  links the  living places along the bridges. The organization in the manner of cells dyes the housing theme with a serene monacal atmosphere, as in a “fortified citadel” turned toward the cloister’s vegetation.

En Altolar, la piel no actúa únicamente como elemento de transición, sino que es la protagonista de la arquitectura valorizando el vacío. Este vacío es una forma de orden complejo que enlaza y mitifica a lo largo de los puentes las estancias de habitación La organización a manera de celdas reviste el tema de la vivienda de una serena atmósfera monacal, una suerte de “ciudadela fortificada” volcada hacia la vegetación del claustro.

Gómez, Hannia. Araque, William Niño. (1992). Walter James Alcock, Obras y Proyectos 1959 – 1992.